El hecho más asombroso es saber que los átomos
que forman la vida en la tierra, los átomos que conforman el cuerpo
humano pueden ser rastreados hasta los hornos estelares que cocinaron
elementos ligeros en elementos más pesados, bajo extremas presiones
y temperaturas.
De estas estrellas, las
mas masivas al final de sus vidas se vuelven inestables, colapsan y
explotan desparramando sus entrañas enriquecidas por toda la
galaxia. Entrañas hechas de carbono, nitrógeno, oxígeno y de todos
los ingredientes fundamentales para la vida.
Estos ingredientes ahora
forman parte de una nube de gas que se enfría, se condensa, colapsa
y forma la próxima generación de sistemas solares. Estrellas
orbitadas por planetas que ahora tienen los ingredientes básicos
para la vida.
Así que cuando veo el
cielo nocturno sé que sí, somos parte de este universo, porque
estamos en en este universo. Pero quizás aún más importante que
todo esto es que el universo está en nosotros.
Al pensar en esto y mirar
hacia arriba se que mucha gente se siente pequeña porque somos
pequeños y el universo es muy grande, pero yo me siento grande
porque mis átomos provienen de esas mismas estrellas.
Hay un nivel de
conectividad y eso es lo que queremos en la vida, queremos estar
conectados, sentirnos relevantes, queremos sentir que formamos parte
de las actividades y eventos a nuestro alrededor eso es precisamente
lo que somos por estar vivos.
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